El Turco y Chepo, frente a frente con personalidades distintas

La personalidad de Antonio Mohamed y José Manuel de la Torre son contrastantes y llegan al duelo entre América y Chivas en circunstancias opuestas.

CIUDAD DE MÉXICO, 31 de octubre de 2014.– La familia y el futbol son los dos conceptos que definen a Antonio Mohamed. A partir del sentido de clan y pertenencia para gobernar el vestuario, el entrenador argentino ha conseguido el éxito.

En los Toros Neza, Enrique Meza fue uno de los que hizo comprender al argentino la importancia de la realización colectiva. El veterano entrenador sentó por tres partidos al llamado Turco y dijo que lo disculparía hasta que aprendiera a jugar en equipo. Mohamed entendió y formó parte de una de las historias más curiosas del balompié nacional.

«Me acuerdo que Mohamed siempre fue un líder, pero hubo una etapa en la que el profe Meza habló con él. Le decía que jugara para el equipo y no para él, que cuando jugara con todos sería uno de los mejores futbolistas. Él estuvo en la banca como dos o tres fechas, entendió y después fue el mejor de la liga por dos o tres años. Comprendió lo que le pidieron, él creció en lo personal y fue uno de los mejores”, explica Javier Saavedra, excompañero del Turco en Toros Neza.

Extrovertido e indisciplinado en la cancha,  Antonio Mohamed tuvo que experimentar una transformación total para triunfar desde el banquillo. Alabado por su facilidad para crear una jugada de la nada o por su liderazgo para incitar a todos sus compañeros a pintarse el pelo o salir con máscaras y sombreros, el Turco cambió sus costumbres y comprendió los enfados de sus  técnicos.

Mohamed era muy extrovertido, fue capitán del equipo y ponía el ambiente en el vestidor. Siempre fue muy positivo y antes de iniciar los partidos animaba a cada uno, individualmente iba a platicar con cada jugador para que saliera tranquilo”, comentó Saavedra.

Un rosario siempre acompaña al Turco Mohamed en la banca, artículo que le permite recordar a su hijo Faryd, quien murió en un accidente durante la Copa del Mundo de Alemania 2006. Dicen sus cercanos que esa experiencia cambió al argentino.

Él era extrovertido y relajiento, siempre cuidó esa parte religiosa. Seguramente en su faceta como entrenador todavía lo mantiene”, agregó Javier Saavedra.
Los Xolos de Tijuana le abrieron la puerta en 2011 y Mohamed respondió a la confianza con un título. Se hicieron populares sus asados a mitad de semana, pero la historia terminó de una forma inesperada. Afición, directiva y jugadores le pidieron que se quedara, pero el Turco hizo las maletas y regresó a Argentina para convivir con su familia.

Llegó al América para suceder a uno de sus compañeros en Toros Neza, Miguel Herrera.  El Turco agradeció la confianza para “dirigir al mejor equipo de México”, dijo en su presentación. En su segundo torneo empezó a armar un plantel a su estilo propio y es el guía de un clan que quiere ganar el Clásico.

 

José Manuel de la Torre exige que sus jugadores actúen bajo los mismos códigos que le permitieron triunfar en su época de futbolista

Hambre, exigencia, esfuerzo, intensidad, disciplina son las palabras que más acostumbra repetir José Manuel de la Torre en los entrenamientos y, paradójicamente, son las que mejor lo describen.

“Siempre fue muy serio”, dice Manuel Lapuente cuando se le pide que describa al entrenador de las Chivas. Corto de palabras durante las conferencias, el Chepo siempre ha tratado de mantenerse alejado de los medios de comunicación y protege con espada la privacidad del vestuario.

“¡Que sepan lo que estamos jugando!”, gritó repetidamente De la Torre a sus jugadores en el partido que dio inicio a su segunda etapa con las Chivas. Después, a pesar de la derrota, esperó a cada uno en el túnel que conduce a las regaderas y  los despidió con una palmada.

«Es un tipo enérgico, a veces demasiado enérgico, pero que plantea muy bien sus partidos y es muy bueno en la estrategia. Siempre cuida al futbolista”, comenta Lapuente.

En su etapa en la cancha, su personalidad no era distinta. Debutó en Chivas y luego probó suerte en el Oviedo de España. Lapuente lo trajo de regreso a México y después volvió a coincidir con el técnico de la boina, en el América, ya como auxiliar técnico.

«A Chepo de la Torre lo traje al Puebla, del Oviedo, en la 89-90. Paul Moreno se fue a Chivas y él vino con nosotros. Lo conozco mucho. Un jugador muy responsable e inteligente. Cuando llegó al América, el Chepo ya estaba ahí y lo hice parte de mi equipo de trabajo. Es alguien que transmite seguridad y con él había salido campeón en La Franja”.

José Manuel de la Torre era como un soldado dentro del campo. Era suficiente que el técnico le repitiera una vez las instrucciones para que las llevara acabo en el césped, misma condición que ahora impone a sus dirigidos. “El futbolista sabe cuál es su trabajo durante el partido”, dijo hace unas semanas el entrenador de los rojiblancos.

«Como técnico y como jugador siempre salió a dar lo mejor de sí mismo. Era un tipo atento, dentro del campo no tenía que darle explicaciones. No había que repetir las indicaciones, siempre hacía lo que le pedía”, agregó Lapuente.

Despedido de la Selección Mexicana por sus malos resultados, Chepo de la Torre llegó a uno de sus primeros entrenamientos de las Chivas con un texto titulado “La crisis según Albert Einsten”. En el escrito se resalta que “la única crisis amenazadora es la tragedia de no querer luchar por superarla”.

Previo al juego contra el América, Chepo de la Torre asegura que aún no se cansa de luchar.