Adolescentes ven en las pandillas a su familia

El magistrado Santiago Altamirano señaló que ante factores como la disfunción familiar, los menores de edad suelen involucrarse e identificarse con estos grupos

Mérida, Yucatán, 26 de noviembre del 2014.- El magistrado de la Sala Unitaria de Justicia para Adolescentes, Santiago Altamirano Escalante, declaró que muchos menores de edad que se ven involucrados en delitos, suelen pertenecer a alguna pandilla, pues ven en este grupo una “familia” con la que buscan identificarse o protegerse.

Sin embargo, explicó que cuando se le aplica una sentencia o se les encuentra responsables de cometer algún delito, la sanciones a los adolescentes no aumentan por el hecho de pertenecer a una pandilla, más bien toman en cuenta otros factores relacionados a su estado biopsicosocial, que serán la base  para poder rehabilitarlos.

Es decir, no se les castiga como a los adultos, pues en el Código Penal se indica que las penas pueden amentar si más de dos personas se juntan para realiza practicas delincuenciales en grupo, ahí sí incrementan las consecuencias.

“En la adolescencia no aplica tanto el delito o modalidad, sino las situación o características en las que se encuentra el culpable o el responsable al momento de cometer el delito; en los adolescentes se ven otras perspectivas, como su estado biopsicosocial, independientemente si pertenece o no a una pandilla”, explicó el magistrado.

Aunque no habló de porcentajes, dijo que sí hay adolecentes procesados que durante el transcurso de su vida o al momento  de cometer el ilícito sí pertenecían a alguna pandillas

“No hay una edad como tal para estar o pertenecer a las pandillas, es circunstancial, pues a los hijos los vamos “soltando” a los 10 ó 12 años de edad para que hagan su camino, pero en ocasiones los padres no le dan seguimiento puntual de lo que van aprendiendo o donde se están involucrando;  cuando hace falta la formación de valores y principios, e incluso la parte académica, puede presentarse una situación que los pone en riesgo”, añadió Altamirano Escalante.

Recordó que al momento de juzgar a los adolescentes, se les aplica estudios –por parte de un consejo multidisciplinario- en áreas médicas, psicopedagógicas, con asesoría legal y psicológica, paras saber conductualmente qué reflejan estos menores de edad, y en muchas ocasiones, encuentran que viven desintegración familiar o disfunción familiar.

“Y esa situación los empuja a otro tipo de familias, inadecuadas, eso lo ven en un pandilla, e  interpretan la protección familiar agarrándose a golpes con otros, o si tienen algún tipo de adicción personal, en esos grupos los proveen de narcóticos, es más, ante la falta de recursos económicos, se juntan entre todos para comprar comida”, ejemplificó.

En ese sentido, Altamirano Escalante hizo hincapié en que no se debe perder el concepto real de familia, y que cada integrante de ésta debe desempeñar su papel para que sean un ejemplo para sus hijos, “pues la gran responsabilidad es de los padres, porque mal o bien traen un formación, y muchas veces lo que cotidianamente hacen es el reflejo de lo que aprendieron o cómo fueron educados”.

Señaló que ante la situación económica actual, tanto el padre como la madre están fuera de la casa buscando el sustento familiar, y en algunos casos, los adolescentes “quedan en manos distintas, en donde lamentablemente van encontrando un sentido de identidad, y se involucran en grupos que suelen asociarse al ámbito delincuencial, y bueno, se siente parte de éstos”.

Sobre las pandillas que existe en el sur de la entidad, sobre todo en municipios como Oxkutzcab y Ticul, dijo que ahí hay otros factores, como el alto índice migratorio, en donde personas que se fueron a vivir a otros lados, se apropian de comportamientos distintos a la sociedad yucateca, y cuando regresan a su lugar de origen, esas “nuevas conductas” las aplican en su vida cotidiana. (Herbeth Escalante)