
El conflicto de Sisal ha escalado a tal grado que una solución pacífica está cada vez más lejos, pues luego de consumar la devastación de la duna costera, la detención del principal líder del grupo de habitantes que devastó el manglar y el bloqueo de la entrada al puerto, el desafío hacia la autoridad federal y estatal continúa.
Ahora, este grupo de pobladores ha comenzado la construcción de viviendas tipo palapa con lo cual se rompen los pocos y débiles acuerdos con los gobiernos federal y estatal.
El infierno se ha desatado en este Pueblo Mágico, pues por un lado hay sisaleños que exigen su derecho a una vivienda y, por otro, están los pobladores, empresarios y trabajadores del sector turístico que se encuentran afectados por el enfrentamiento y el cierre de acceso al puerto, que se traducen en pérdidas a restaurantes, hoteles y demás servicios.
Si bien esta situación tuvo sus orígenes en la administración de Mauricio Vila Dosal, tras el nombramiento de Sisal como Pueblo Mágico, ahora el gobierno de Joaquín Díaz Mena enfrenta un conflicto que amenaza la gobernabilidad del estado y el clima de paz.
En el centro del conflicto se encuentran un grupo que demanda justicia ante el despojo, marginación y la desigualdad, frente a otro que reclama el desarrollo turístico y la llegada de inversiones.
¿Podrá el actual sistema político ejercer el poder, de manera que se mantengan el equilibrio y la armonía en la sociedad yucateca?
De esto y más estaremos pendientes