Carlo, el niño ‘de las dos mamás’

Karla y Lorena lucharon por él. No solo por tenerlo, sino para que fuera «suyo» ante todas las leyes.

Mérida, Yucatán, 10 de mayo de 2019.- A finales de los noventas, dos muchachas se conocieron mientras estudiaban en el Tecnológico de Mérida. Ambas cursaban estudios de Administración cuando comenzaron a compartir horas de estudios, éxitos escolares y los deseos de superación.

Lorena y Karla nunca pensaron que esta amistad derivaría en algo más íntimo, y luego de 20 años hoy son esposas y su amor se afianzó con la llegada de Carlo, hijo de ambas, y que ha transformado su vida y dado sentido a su vocación a la maternidad.

Sin embargo, la lucha no fue fácil, pues durante muchos años buscaron unirse en matrimonio, pero las leyes de Yucatán no contemplan esa figura, lo cual las discriminó y las obligó a vivir su relación en “el clóset”.

En el 2009, comenzaron esta batalla legal interponiendo amparos para que el Registro Civil accediera casarlas, pero todo era negativas hasta que en 2014 la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) ordenó al Estado de Yucatán sque celebrara su matrimonio, junto con el de otras cuatro parejas.

Finalmente, Lorena y Karla se casaron. Es verdad que son matrimonio. Es verdad, como dice Lorena, la sociedad las acepta ya sin mucho problema, que su vida cotidiana discurre con placidez, y pone como ejemplo el reciente festival escolar del Día de la Madre, donde acudió Lorena, como una de las mamás de Carlo, el hijo de ambas.

Ahora faltaba concretar su vocación de madres. Para ello, Karla tuvo que recurrir a la inseminación artificial para poder embarazarse, lo cual logró luego de varios intentos. Por fin llegó Carlo y ahora ambas disfrutan de la maternidad.

Sin embargo, aunque reconocen que no es fácil porque todos los días deben salir del clóset ante las preguntas que las personas hacen sobre su relación y maternidad, Karen y Lorena reconocen que la mayor discriminación que sufren es por parte de algunos de sus familiares, pues no aceptan el hecho de que sean esposas.

“Los maestros de la escuela de Carlo y nuestros vecinos nos tratan con normalidad. Siempre se dirigen a Carlo como el niño que tiene dos mamás. A veces, los niños le preguntan a mi hijo que dónde está su papá, él contesta que tiene dos mamás; puedo decir que me siento plena y libre viviendo para mi hijo y mi esposa”, señaló Karla.

Lorena, empresaria, es quien ha puesto todo su empeño y dedicación por vivir su maternidad, y aunque no sea la madre biológica de Carlo, es más que eso, pues se encarga de proveer de todo lo necesario para que esta familia funcione.

“Vivir mi maternidad ha sido lo más hermoso que le ha pasado a mi vida. Acompañé a Karla desde el momento de la concepción, durante el embarazo, en el parto y ahora en la educación de Carlo, lo cual nos da la oportunidad de vivir nuestra vocación de madres y como pareja homosexual”, indicó.

Sin embargo, no fue fácil llegar a ello. Ambas coinciden en que si bien la llegada de Carlo fue un regalo maravilloso, la odisea para tenerlo y para que fuera «suyo» fue grande, desgastante, pero al final tuvo un premio inimaginable.

Se casaron en 2014, pero fue hasta 2015 que decidieron tener un hijo. Karla se sometió al proceso de inseminación, dejando ilusiones, dinero y el alma en el proceso, sacrificios que casi se van al traste debido a las autoridades yucatecas de la época.

Tras un proceso exitoso y un embarazo que ambas compartieron como si las dos estuvieran cargando al niño, al nacer el pequeño Carlo se toparon con la segunda discriminación legal de sus vidas: no le podían dar sus apellidos.

En enero de ese año, el Registro Civil le negó el hecho de que las dos aparecieran como padres del menor. EN febrero, decidieron ampararse en una denuncia contra la entidad por discriminación hacia ella y la correspondiente violación de derechos humanos al niño.

Fue en junio que las buenas noticias llegaron. El día 8 de ese mes, un juez les concedió la maternidad a ambas, bajo el argumento de que en la legislación yucateca no se establece que quienes registren a un niño deban ser un hombre y una mujer con obligatoriedad.

Sin saberlo, su triunfo fue el de muchas parejas homoparentales. No solo ganaron su juicio y le dieron a Carlo la certeza de que es «de ellas», sino que hicieron que las actas de nacimiento de Yucatán dejen de decir «padre y madre» para ser solamente «progenitor 1 y progenitor 2».

Dicen que padre no es el que engendra, sino que el educa. Y al ver a Carlo reír, jugar y ser el niño más «normal» de la ciudad, queda claro que es mejor tener dos mamás que ninguna, pese a la dura oposición que esta forma de tener hijos tiene en los grupos defensores de la «familia».

Karla y Lorena están seguras de que pronto será una realidad el matrimonio igualitario en Yucatán y que estará protegido por las leyes y eso permitirá que más parejas gays consoliden su relación.

Ellas forman una de las primeras cinco parejas del mismo sexo que contrajeron matrimonio en Yucatán, luego del fallo de la Suprema Corte de Justicia.

Pero más allá de ello, son las orgullosas mamás de Carlo. Y Carlo, «el niño de las dos mamás», tiene este 10 de mayo dos razones para celebrar.

Jorge Euán