Depresión y tristeza, secuelas de la pandemia

El Arzobispo de Yucatán, Gustavo Rodríguez Vega, celebró la primera misa en la Catedral de Mérida con fieles católicos tras 6 meses de permanecer cerrada por la pandemia. (Foto Jorge Euán).

Arzobispo de Yucatán invita buscar la sanación en la fe

Mérida, Yucatán, a 7 de febrero de 2021.- El arzobispo de Yucatán Gustavo Rodríguez Vega alertó que la depresión y la tristeza son enfermedades colaterales que ha dejado la pandemia entre los yucatecos.

“La depresión y la tristeza están presentes sobre todo cuando hemos perdido a un familiar o incluso a más de uno. Sin embargo, nuestra fe es sanadora y podemos decir el Señor sana los corazones quebrantados y venda las heridas”, manifestó.

En su mensaje dominical, el Prelado señaló que solo en Dios puede entenderse el dolor humano, sobre todo en lo que respecta a la enfermedad.

“No somos nada para cuestionar a Dios, pero que en Él se encuentra la fortaleza para enfrentar todo su sufrimiento. Esa es una gran diferencia para nosotros los cristianos, que cuando sufrimos estamos convencidos de que es una gran oportunidad de compartir la pasión de Cristo, y de aceptar un dolor redentor para nosotros mismos y para los demás”, manifestó.

Rodríguez Vega comentó que en la tarea evangelizadora se encuentra el acompañamiento y atención a los enfermos, por ello, el próximo jueves 11 de febrero la Arquidiócesis de Yucatán celebrará la “Jornada Mundial del Enfermo”.

“Esta Jornada la celebraremos en Yucatán dentro de la semana anual de la Familia. En este último año las familias de Yucatán, de México y del mundo han sufrido el contagio del COVID-19; muchas de ellas han sido heridas por el fallecimiento de uno o varios de sus miembros. Más dramático ha sido aún recibir de un familiar tan sólo las cenizas y no poder brindarle las honras fúnebres a las que estamos acostumbrados”, explicó

Puntualizó que la pandemia “nos ha llevado a quedarnos en casa conviviendo con nuestro pequeño núcleo familiar, como nunca lo hubiéramos imaginado, por ello, sigamos ofreciendo al Señor el bello sacrificio de nuestra convivencia familiar”.

Jorge Euán