El triunfo del niño gordito

Andy Ruiz dio la mayor sorpresa en el boxeo desde que Buster Douglas noqueó a Mike Tyson.

Las Vegas, Estados Unidos, 3 de junio de 2019.- Los aficionados al boxeo todavía siguen asimilando la noticia. Andy Ruiz (33-1, 22 KO) es el nuevo rey de los pesos pesados tras noquear, contra todo pronóstico, a Anthony Joshua.

El «chico gordito», como él mismo se define, tiene calidad, velocidad, pega duro y sabe encajar golpes, pero muy pocos contaban con que podría destronar al campeón.

Él creía, y nunca dudó de sus opciones, y también su rival, que había avisado en la previa: «Soy campeón hasta el 1 de junio, no quiero subestimar a Andy», avisó en la rueda de prensa previa.

Ruiz hizo historia al ser el primer mexicano en convertirse en campeón del mayor peso y él entró en el corazón de los aficionados gracias a su historia de superación.

El nuevo campeón nació en Imperial (California), pero es de raíces mexicanas. Su ciudad natal está a sólo 16 kilómetros de la frontera con México y mucho tiempo de su vida «ha estado esperando para cruzar la frontera».

Pese a su nacimiento, Ruiz siempre se ha sentido mexicano y lo lleva reflejado en su cuerpo. «Made in México», luce en su piel tatuada. Además, decidió representar a México como amateur, llegando a rozar la clasificación para Pekín 2008.

Tuvo una carrerra olímpica de 110 combates (sólo 5 derrotas) y debutó como profesional hace diez años. Por su combate ante Joshua se llevó 3 millones de dólares (en su combate anterior, en abril, ganó sólo 30,000. El cambio es grande, pero su transformación viene de antes.

En Imperial pandillas, el tráfico de drogas y de personas es una constante, lo que provocó que en sus primeros años de vida Andy fuese un chico problemático.

Con «10 años se peleaba con policías», admitió su padre en una entrevista previa. «Mi padre y el boxeo me salvaron», también admitió el propio púgil. Pese a que muy joven empezó a entrenar, no fue hasta los 15 años cuando le echaron del instituto y se centró al 100%, decidiendo perseguir su sueño: ser campeón mundial.

Su físico siempre fue como el actual, incluso peor. Contra Joshua marcó en la báscula más de 120 kilos, pero ha llegado a pesar 170 kilos en sus inicios. Poco a poco a ido aprendiendo y para la pelea de su vida incluyó un nutricionista que le hizo la dieta y le cocinaba todos los días.

«He comido bien, pero limpio y sano. No necesitaba bajar, pero sí comer bien», reveló en una entrevista previa al combate en DAZN. A lo que no renuncia es a comerse un Snickers, antes de la pelea. Una tradición que le ha ido bien, y no quiso abandonar ante Joshua.

El duelo con el británico cambió su vida y completó su historia perfecta. Pues el mexicano llevaba mucho tiempo pidiéndole la pelea al británico por redes sociales. No estaba en las quinielas y sólo el positivo de Miller, y el rechazo de Luis Ortiz le permitieron concurrir en el pleito.

Aceptó con poco más de un mes, pero estaba confiado en su triunfo y lo logró. De la mala vida en Imperial a ser el rey pesado, así ha cambiado la vida de Andy Ruiz.

Agencias.