La companía Danza voluminosa adapta el ballet clásico a cuerpos «blandos y anchos»

Las personas obesas estamos estigmatizadas, pero ya nadie se burla, resalta una bailarina.

México, 20 de enero de 2016.- Lejos de las siluetas esbeltas de la danza clásica, un grupo de cubanas repite los movimientos del Lago de los Cisnes. Sufren de sobrepeso y han logrado convertir su problema en una propuesta estética. En el país de la célebre bailarina Alicia Alonso, famosa por el rigor militar en busca de cuerpos perfectos, este grupo llamado Danza Voluminosa pisa los escenarios desde 1996.

Su creador, Juan Miguel Mas, formado en danza contemporánea, también busca movimientos perfectos, pero adaptados a personas obesas. Mas se propuso trasladar su experiencia artística a cuerpos blandos y anchoscomo el suyo, explica a Afp este hombre corpulento de 50 años que lleva una discreta coleta.

Se me ocurrió crear un espacio donde esas personas pudieran entrenar, desarrollarse y crear danzas a partir de estos cuerpos, señala. Desde hace 20 años, al menos dos veces por semana, este coreógrafo convoca a sus bailarinas a su pequeño apartamento, en el popular barrio de Marianao, en La Habana, para exigentes ensayos.

Después de una sesión de estiramientos, las bailarinas realizan movimientos simples y elegantes. Nada de saltos ni acrobacias, apenas flexiones y movimientos de brazo. Actualmente ningún hombre forma parte del ballet que dirige Mas. A estas bailarinas aficionadas les cuesta a veces mantener el equilibrio con la pierna estirada hacia atrás, incluso se quejan de dolor cuando –por pedido del coreógrafo– deben dejar en suspenso algún movimiento por algunos segundos. Estas danzas noserán iguales a las de personas delgadas, porque tenemos otro peso, otro estado físico, explica Mas.

Además, durante estos 20 años ha investigado sobre el cuerpo voluminoso para que se muevaestéticamente mejor, para hacerlo rendir a partir de estas características.

Debut incierto

Danza Voluminosa ha tenido varias actuaciones públicas y enfrentó reacciones diversas. En las primeras funciones había silencio sepulcral. Algunos se levantaban y se iban y algunos se reían (…), pero cuando la gente vio el desarrollo de nuestro trabajo, lo fuerte que era y que había detrás todo un entrenamiento, un sentido estético, al final aplaudían mucho, recuerda Mas. Logramos ganar un público.

Rubí Amaro, bailarina de 34 años, corrobora con orgullo las palabras de su maestro: Ya nadie se burla, prestan atención. En este grupo no hay límites de peso. Cada bailarín puede estar entre los 100 y 120 kilos.

Siempre me gustó el ballet clásico, pero las gordas no bailan el baile clásico (…) La personas obesas siempre están muy estigmatizadas por la sociedad, lamenta Maylin Daza, ama de casa de 36 años. Lejos de amilanarse, Daza, de estatura imponente, buscó a personas de apariencia similar que compartieran los mismos gustos.

Las dificultades

Hace unos años la compañía llegó a tener hasta 20 bailarines, pero ahora son sólo siete, tras deserciones y dos muertes recientes.

No ha sido una trayectoria tan fácil; perdimos compañeras por la misma obesidad, recuerda Daza. En Cuba, 44.3 por ciento de sus 11 millones de habitantes tienen sobrepeso o sufren de obesidad, según estadísticas de 2012 del Sistema de Vigilancia Alimentaria y Nutricional.

Sin embargo, para el director de este inusual grupo de ballet las páginas tristes de esta historia no lo desalientan. Todo lo contrario. Estonos ayuda a sentirnos saludables, a no abrir la puerta a las enfermedades que trae consigo la obesidad, afirma. No obstante, aclara que su compañía no es una alternativa para reducir talla.

No es que vengan a bajar de peso, sino a sentirse bailarín, a expresar ese bichito artístico que uno lleva adentro gracias a la danza, dice.

La semana pasada, la compañía tuvo la oportunidad de actuar en el prestigioso Teatro Nacional de La Habana, a iniciativa de un grupo de estadunidenses que llegó al país como parte de un convenio entre la Universidad de Massachusetts y la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba. Metidas en sus tutús, con medias elásticas y largos guantes blancos, interpretaron para unos pocos privilegiados una de las piezas más famosas de ballet, El Lago de los Cisnes, y otras contemporáneas.

¡Ya estoy en mi ballet clásico!, exclama Daza con la frente perlada de sudor. (La Jornada)