La Unión Europea debate prohibir los kebabs

Inquieta los posibles riesgos para la salud de los seres humanos

Alemania, 3 de diciembre de 2017.- Los populares döner kebabs, de origen turco, han llegado al Parlamento Europeo. Los eurodiputados de la comisión de Sanidad del Parlamento Europeo ha rechazado este martes una propuesta de la Comisión Europea para permitir el uso de fosfatos en la carne de kebab, ya sea de cordero, ternera o pollo, ante la inquietud por los posibles riesgos para la salud de los seres humanos ligados a esos aditivos.

La resolución salió adelante el pasado martes por 32 votos a favor y 22 en contra. Si el pleno de la Eurocámara, que examinará ese texto a mediados de diciembre, adopta la misma decisión, el Parlamento puede vetar la propuesta de la Comisión Europea de dar luz verde al uso de ácido fosfórico, fosfatos y polifosfatos (E 338-452), lo que colocaría a los kebabs en la ilegalidad. Según el sector, supondría la muerte de los kebabs, porque estos aditivos son necesarios para mantenerla jugosa y llena de sabor, tanto durante el transporte como en los asadores.

Kebab es una palabra turca y significa parrillada. Se le llama döner kebab en turco, gyros en Grecia y shawarma en árabe. En la actualidad, se hace de todo tipo de carne salvo de cerdo, que se asa en finas lonchas en una torre giratoria y luego se mete en una pita, a la que se añaden distintas salsas, lechuga e incluso patatas fritas. Según cuenta el crítico gastronómico Capel, «los modernos döner kebab nacieron en Berlín en 1971, por iniciativa de Mehemet Aygün, un chaval de 16 años que trabajaba en un local familiar». A este joven fue, supuestamente a quien se le ocurrió servirlos en pan, aunque otro alemán de origen turco, Kadir Nurman, le disputa la paternidad.

Según The Guardian, solo en Reino Unido se venden al día 1,3 millones de doner kebabs en más de 20.000 establecimientos. En toda Europa, unas 200,000 personas trabajan en este tipo de restaurantes de comida rápida. «Si el Parlamento europeo se sale con la suya, sería la sentencia de muerte de la industria del döner kebab en la Unión Europea», ha declarado al diario alemán Bild Kenan Koyuncu, de la asociación alemana de productores de döner kebab, país donde es, de lejos, la comida rápida más consumida.

Los aditivos fosfatos se utilizan cada vez más en la carne para mantener el sabor y retener el agua, pero plantean «graves preocupaciones respecto al impacto sanitario», según la comisión de Salud. La propuesta de la Comisión Europea plantea permitir el uso de, entre otros, el ácido fosfórico y los polifostatos (E 338-452) en la carne de kebab, tanto de cordero, como de ternera o pollo.

La normativa europea, como regla general, no permite el uso de los aditivos de fosfatos en las preparaciones de carne pero, según un comunicado de la Eurocámara, cada vez se utilizan más debido a una acumulación de excepciones, con el fin de preservar el sabor y retener el agua en la carne. La ley no dice nada sobre su uso en la carne de kebab.

Los eurodiputados han recordado la existencia de estudios de 2012 y 2013 que demuestran la relación de los fosfatos en alimentos con unos mayores riesgos cardiovasculares. La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), por el contrario, descarta que la posibilidad de atribuir este riesgo a la ingesta de fósforo en general o a los aditivos de fosfatos. Esta agencia europea, en cualquier caso, ha garantizado que evaluará de nuevo los posibles efectos de la presencia de fosfatos en alimentos como aditivos antes del 31 de diciembre del próximo año.

Los fosfatos se utilizan hoy en día para aumentar el peso de la carne, debido a sus propiedades para conservar el agua especialmente en la carne en vertical, como es el caso de los doner kebabs. Se trata de una carne que no se consume en casa y por tanto no está etiquetada, y los consumidores no son informados de sus ingredientes. La portavoz de los socialdemócratas en el Parlamento Europeo, Christel Schaldemose, se mostró satisfecha por el voto en favor de una objeción al uso de fosfatos que, a su juicio, demuestra que la Eurocámara «se toma en serio la salud pública».