Los olvidados de la ciudad

Pandemia amenaza a indigentes del centro de Mérida

Mérida, Yucatán, 3 de abril de 2020.- Los indigentes que a diario acuden al centro de la ciudad de Mérida, y que piden limosna en la puerta de los templos, parques y en las inmediaciones de los mercados San Benito y Lucas de Gálvez, sufren por la ausencia de personas debido a la emergencia sanitaria por la que atraviesa el país.

Martha, una anciana de 79 años de edad, quien además sufre de discapacidad motriz, llega todos los días a las puertas de la Catedral con la ayuda de vecinos para pedir unas monedas a los fieles que acuden a los oficios religiosos o a las personas que atraviesan el atrio del máximo templo de la Arquidiócesis. Sin embargo, desde el pasado miércoles todos los templos están cerrados.

La indigente afirma que vive el peor momento de su vida, ya de por si precaria, pues desde que comenzó la cuarentena las limosnas han bajado y con la emergencia sanitaria por la pandemia del Covid-19 la situación para esta mujer se torna cada vez más grave.

Si aún su situación es altamente vulnerable, con la pandemia, los indigentes apenas pueden lidiar con calmar el hambre. (Fotografía: Jorge Euán).

Sin hijos y con hermanos que la han abandonado, Martha asegura que en medio de estos tiempos difíciles solo deposita su confianza en Dios y la Santísima Virgen y en la generosidad de los yucatecos para que con unos pesos pueda calmar el hambre.

Así como ella, de acuerdo con el último estudio del DIF Estatal, en el Centro Histórico de Mérida alrededor de 140 personas, en su mayoría de la tercera edad, se encuentran en situación de calle, las cuales se dedican a pedir limosna o se encuentran en estado de indigencia.

La citada dependencia señala que estas personas en su mayoría son originarias de colonias y comisarías de Mérida y de varios municipios del interior del Estado, y de entidades del país como Chiapas y Veracruz.

Hasta el año pasado, la Dirección de Desarrollo Social del Ayuntamiento de Mérida trabajaba con 30 de estas personas, las cuales tienen la posibilidad de abandonar la mendicidad, con el apoyo de asociaciones civiles, como el albergue El Buen Samaritano, donde reciben hospedaje y alimentación.

El albergue temporal El Buen Samaritano, que se ubica a un costado del centro de rehabilitación Cottolengo, los voluntarios llevan a los indigentes comida y vestido; además de que tienen la libertad de salir y regresar con apoyo de la Policía Municipal.

Las personas que acuden al albergue tienen entre 50 y 70 años de edad, algunos de los cuales padecen problemas mentales y la mayoría se localizan en el Centro Histórico y barrios periféricos.

Jorge Euán