Parques eólicos y solares, un riesgo para Yucatán

Provocarían daños ambientales y sociales, y no solucionarán el problema energético, asegura experto

Mérida, Yucatán, 24 de septiembre de 2017.- En Yucatán empezarán a operar en los próximos meses 12 parques eólicos y solares bajo el argumento de que generarán energía limpia, pero para el investigador del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), Edgar Ocampo Tellez representarán un riesgo ambiental, de salud y social, además que no solucionarán el problema energético del país.

Precisó que el norte de Yucatán es considerada la tercera zona con alto potencial eólico –detrás del Istmo de Tehuantepec de Oaxaca y el estado de Tamaulipas-, por lo que la  Asociación Mexicana de Energía Eólica estima que para el año 2020 se genere desde esta localidad 2 mil  Megavatios de energía, con la que surtirán a la Comisión Federal de Electricidad (CFE).

Pero, señaló, no se están contemplado los riesgos que traerá a la población, a la fauna y al medio ambiente, tanto en su instalación como en su operación, además de que en la actualidad este tipo de proyectos están provocando crisis energéticas en países europeos, pues se está demostrando que no son viables.

En cuanto a los parques eólicos, el experto  explicó que los aerogeneradores tienen aspas de hasta 50 metros de largo que, en su punta más alta, pueden alcanzar velocidades de hasta 400 kilómetros por hora, lo que representa un peligro para las aves que no las pueden esquivar.

Como ejemplo, dijo que en el Istmo de Tehuantepec el potencial de daño es de 50 mil aves por los 2 mil 500 Megavatios instalados en esa zona al año. Por tal razón, no es recomendable levantar torres en lugares de anidación, migración, paso o alimentación de estos animales.

Ocampo Tellez señaló que también se asocia este tipos de maquinarias a repercusiones en la salud –sobre todo auditiva- de las personas que viven a 500 metros a la redonda de los parques, debido al infrasonido que crean las aspas. Estudios en Francia, agregó, indican que esa  gente se queja de migraña, se deprimen, se sienten mal o decaídos.

Pero, sobre todo, no se están tomando en cuenta los costos e implicaciones en este tipo de proyectos, como por ejemplo, que sólo funcionan 2 mil de las los 8 mil 760 horas del año, por lo que no resuelve en nada el problema energético actual. Es decir,  su generación de energía limpia es insuficiente, y por el contrario “se despliega toda la máquina de una industria sobre suelo natural”.

Recordó el caso de Alemania, que hace 15 años inició la transición energética renovable, en donde invirtieron más de 200 mil millones de dólares. Pero esta decisión estuvo a punto de provocar un colapso en el sector energético en este 2017.

“Estuvieron a nada de sufrir un blackout (apagón) porque no hubo viento ni sol suficiente, entonces están frenando todas su instalaciones de carbón y nucleares.. empezó a haber un déficit, porque las energías renovables funcionan aleatoriamente, no puedes predecir cuándo pueden funcionar, el viento no sopla permanentemente a 40 kilómetros por hora”, explicó.

Indicó que las empresas eólicas y fotovoltaicas “no están defendiendo ni son salvadores del planeta ni del clima”, pues operan con los mismos mecanismos de las grandes industrias petroleras.

“Acosan a los habitantes para quedarse con su suelo, sobornan a las autoridades locales, y dañan el ambiente al instalarse, hacen todo lo posible para desarrollar sus proyectos y obtener ganancias”, dijo.

Bajo el supuesto argumento de ser una industria verde y que son una solución para sustituir los combustibles fósiles, se pretende instalar de manera masiva infraestructura eólica y solar incluso en tierras agrícolas, “en todos lados en donde consideran que exista más o menos potencial energético”.

Lamentó que esas empresas utilicen millones de dólares para financiar propagandas –incluso en las universidades y en el sector científico- en donde se autoproclaman los salvadores del planeta. “Sus engaños están teniendo eco en la conciencia colectiva ambiental, que a mi parecer es muy ingenua”, explicó.

Sobre los impactos a futuro, señaló que los comunidades mayas en donde se levantarán estas infraestructuras tendrán que “acostumbrarse a convivir” para siempre con “máquinas extrañas” que proyectarán efectos de sombras en sus viviendas, a vivir con un ruido que antes no existía, derrames de aceites, mantenimientos que afectarán los linderos de las instalaciones, con problemas de fluidos que escaparán de las mangueras, entre otras.

En cuanto a los parques solares, el investigador precisó que suelen desplegarse en suelo agrícola que nunca se recuperará, pues se tiene que “limpiar”  la zona constantemente,   o se deforestarán grandes cantidades de hectáreas de selva.

“Las superficies, sean agrícolas o de selva, se destinarán a un uso industrial…en nombre del fervor verde estamos empezando a castigar las áreas periféricas, rurales o naturales”, criticó.

Además, precisó que una planta de generación de energía eléctrica de gas o carbono de mil megavatios puede estar concentrado en un kilómetro cuadrado de terreno, en cambio un parque solar sólo concentra 160 megavatios,   por lo que se necesitarían aproximadamente 10 veces más superficie para poder sustituir ese potencial. “Estos números indican que estamos yendo a un desastre energético”, señaló.

De igual forma, se corre el riesgo de que se eleven las temperaturas en las comunidades en donde se coloquen los parques fotovoltaicos, porque se quitará la masa forestal que amortiguaba que el suelo no se calentara tanto con el sol.

Por eso se recomienda que esas plantas se instalen lejos de las comunidades con vocación agrícola, de pastoreo o de selva; el problema es que es casi no quedan esos espacios donde no se realicen esas actividades, así que no se descartan afectaciones al microclima de los poblados.

Otro punto que no se esté tomando en cuenta, indicó Ocampo Tellez, es que está documentado que estás compañías “operan de manera mafiosa”, contratando a verdaderos acosadores para presionar a los pobladores y campesinos para quedarse con sus terrenos, y ahí construir sus plantas.

“Crean conflictos internos en las  comunidades que antes no habían. Si no ponen las torres eólicas en tu jardín porque te opusiste, las pondrán en la del vecino de a lado, quien va a recibir un dinero anual de renta de tierras… y tú de todas maneras tendrás los efectos nocivos de esa máquina industrial”, ejemplificó. (Herbeth Escalante)