Argentina vota este domingo

La presidencia se definirá entre el liberal Mauricio Macri  y el peronista Daniel Scioli 

Buenos Aires, 22 de noviembre de 2015.- Casi todo es volátil en Argentina. Si hace unos meses se debatía qué fuerza iba a mantener el kirchnerismo después de 12 años, ahora nadie discute que su tiempo pasó, que los argentinos han apostado por un cambio y que, gane quien gane las elecciones de hoy, el liberal Mauricio Macri (de la alianza Cambiemos) o el peronista Daniel Scioli (del Frente para la Victoria) el giro va a ser claro. El voto de 32 millones de argentinos decidirá la intensidad de ese cambio, no solo por el ganador –todas las encuestas apuntan a Macri- sino por la distancia entre ambos.

Toda la discusión política, cultural y social en Argentina gira en torno a una idea: lo que es y lo que pudo ser. El país está invadido por una especie de nostalgia del futuro, de un destino de grandeza que nunca llega. La idea de que un país del 40 millones de habitantes que produce alimentos para 400 millones podría estar mucho mejor alienta el enfado de los antikirchneristas. Pero los kirchneristas contestan que Argentina nunca estuvo mejor que ahora, con mayor presencia del Estado, con una mejor redistribución, con más empleo.

En Argentina se discute sin datos sobre el presente –todas las estadísticas están cuestionadas- sobre el futuro –por motivos obvios- y sobre el pasado, que unos mitifican y otros desprecian. Algunos de los intelectuales y artistas más prestigiosos del país, entrevistados por EL PAÍS para estas elecciones, ofrecen claves del estado de ánimo de un país que no para de preguntarse sobre su lugar en el mundo para concluir algo en lo que casi todos están de acuerdo: Argentina está lleno de individualidades brillantes pero no acaba de organizarse para explotarlas en conjunto. Más o menos lo que sucede con su selección de fútbol.

“La Argentina que conocimos en los 60 se ha perdido”, asegura Beatriz Sarlo, una de las intelectuales más respetadas del país, muy crítica con el kirchnerismo desde la izquierda. “Estaba caracterizada por el pleno empleo, por bajos índices de pobreza. La Argentina de los 60 proporcionaba en la escuela primaria un nivel de alfabetización que permitía encarar el mundo del trabajo sin problemas y un relativo ascenso social. Los argentinos de más de 40 años no conocieron un país con un 20% o un 30% de pobreza”, explica.

Otros, como Aldo Ferrer, que fue ministro de Economía en 1970 y apoyó al kirchnerismo, son más optimistas. “El país salió de la peor crisis de la historia económica argentina, la de 2001, recuperó la gobernabilidad, la solvencia fiscal, se desendeudó, construyó un sistema bancario sólido. Hay que tener en cuenta que el país tuvo entre 1930 y 1983 seis golpes de Estado. Esto es cosa del pasado. Estamos en el mejor momento de nuestra experiencia histórica”, asegura.

Juan José Sebreli, uno de los intelectuales más conocidos, habla de decadencia. “Empieza ya después de la Segunda Guerra Mundial por causas económicas, políticas y sociales y de todo tipo. Después de 50 años no es crisis, es decandencia. Un estado fallido que llega a la culminación con el kirchnerismo”. Sebreli ha pedido el voto para Macri, como el escritor Marcos Aguinis, que explica la idea del individualismo: “Argentina no solamente tiene grandes recursos naturales sino que sigue teniendo una gran cantidad de gente capaz, pero que se manifiesta de forma individual. Tenemos hasta un Papa. Pero como conjunto nos cuesta funcionar”. “Macri no es un político, no tiene carisma y quizás esos defectos puedan ser un beneficio porque el político es alguien que está acostumbrado a mentir, buscar el poder para enriquecerse”, se anima Aguinis.

Incluso personas que apoyan a Macri, como Rodolfo Terragno, un veterano político e intelectual del radicalismo, admiten que no su opción ideal pero sí la única que derrotar al kirchnerismo. “Estamos frente a una elección que, comparándola con la comida en los aviones, es en gran medida pasta o pollo. Uno no puede decir que no, que quiere arroz con maricos. Para mucha gente es ingrata, pero tiene que conformarse”.

Ricardo Forster, intelectual de referencia del oficialismo y miembro del Gobierno, asegura que “el kirchnerismo no desaparecerá” y aún confía en que gane Scioli, pero admite con sorpresa el éxito del rival: “Macri ha logrado perforar el techo del centro derecha argentino. Cambiemos ha logrado tomar sectores de clase media baja, incluso sectores populares. Han logrado que esos sectores voten un modelo de sociedad que probablemente les produzca muchísimo daño”.