Cruz Azul y una crisis que añeja

Sergio Bueno, que salió de La Noria por la puerta de atrás, asegura que el problema de La Máquina no era sólo él

Ciudad de México, 25 de abril de 2016.- El que se hace entrenador de Cruz Azul tiene que ignorar la lógica de una entidad momificada por los fracasos. No hay vía revolucionaria que cambie la enfermedad  dentro del sistema que impera en La Máquina.

Sergio Bueno, que estuvo antes de Tomás Boy, y fue ofendido con su simple llegada al timón, revira la problemática en la que no pudo rebelarse ante el destino celeste.

Dirigió diez partidos en los que fue silbado y recriminado: “Creo que no nada más era yo el problema, se me achacó mucho. Estamos inmersos en un mundo de inmediatez y Cruz Azul, sobre todo, vive así, queriendo resultados al instante”.

Henchido de orgullo porque es una de las tantas víctimas de las decepciones cementeras, Bueno asegura que fue el escaparate para sacar todas las frustraciones.

“Todas las tristezas y problemáticas de años fueron enfocadas sobre mi persona en las que trataron de desacreditar mi carrera. De manera desmedida se arrancaron las críticas sobre el trabajo que hacía y lo único que intenté fue darle vuelta a la situación, pero no se pudo.”

Bueno busca regresar a la dirección técnica. Dice que está preparado y que en el fondo no le guarda rencores a Cruz Azul. Al menos lo liquidaron bien y esos rumores de que no cobró son mentiras.

En diez partidos que condujo a La Máquina ganó tres encuentros. Tomás Boy, que entró como emergente el torneo anterior, en sus primeros diez juegos ganó también tres. Ahora, Boy, en 21 partidos, acumula seis victorias.

“Me costó muchos años llegar a un club grande y me cuestionaron por muchas cosas alrededor de este club, por eso no salieron las cosas. Cruz Azul no tiene problemas distantes a los de otros equipos, pero difícilmente se puede hacer algo”, señala.

En el caso del delantero Matías Vuoso, a quien Bueno llevó a La Noria y que entró en un toma y daca con Tomás Boy, que incluso prefirió a defensas en el ataque en lugar de él, asegura que se lo ha merecido.

“Un jugador como Vuoso no termina por ser completamente responsable y profesional. Hay muchos pasajes en su carrera donde ha faltado a su profesión; ahora que le toca lo que considera una falta de respeto, trata de defenderse, pero tiene que situarse en que ha quedado a deber”, dice Bueno.

Vuoso transita en el mapa futbolístico como un delantero fiestero, problemático y disperso. Apenas en diciembre pasado tuvo problemas en un bar de Cancún.

“Ha tenido comportamientos que no son acordes a un profesional. Ya es bastante grandecito para saber qué pasos dar en su carrera.” (Excélsior)