El coloso ‘viejo’ de Acanceh

La familia Guerrero Dzul mantiene viva una gigante tradición de fin de año

Acanceh, Yucatán, 31 de diciembre de 2019.- La espera terminó el día de hoy ya que por la noche, el pueblo de Acanceh presenciará la quema del viejo más grande de la península de Yucatán.

La familia Guerrero Dzul es quizá la más conocida en la población de los “mascarones mayas” por su singular forma de hacer los muñecos de año viejo.

Esta tradición nació cuando Julián, el padre de Irmin, quería ver el “viejo” más grande pues a finales del 2008, dijo a sus padres que los que había en el pueblo estaban mal hechos y eran muy pequeños. Tenía el sueño de que su padre confeccionara el mejor viejo de Acanceh. Y así fue, Julián prometió a su hijo que al año siguiente haría el muñeco más grande de todos.

Sin embargo, en el 2009 el país vivió una crisis sanitaria por el brote de la influenza H1N1 que cobró miles de víctimas, entre ellas el pequeño Irmin, por lo que ya no pudo ver el muñeco que su padre le prometió. Así nació esta tradición en el seno de la familia Guerrero Dzul, llena de esperanza y consuelo para los amigos y familiares.

Julián cuenta que conforme han pasado los años ha hecho crecer el recuerdo de su hijo en cada monigote que confecciona. “Los primeros dos años los hice de tamaño natural, es decir, del tamaño real de una persona”.

Al tercer año, Julián y su esposa se preguntaron si valdría la pena hacerlo más grande, de manera que lo hicieron de tres metros. Ya para el año 2014, Julián hizo la promesa colosal: 5.4 metros con 150 kilos.

El tamaño monumental del monigote comenzó a llamar la atención de propios y extraños que se arremolinaban en torno al descomunal viejo para contemplarlo y tomarse fotos con él. Julián y su esposa se mostraban satisfechos que los pequeños del pueblo se acercaran a tocar el muñeco y ver sus rostros de asombro, como el que quizá hubiera puesto Irmin. La promesa había echado buenas raíces.

De esta manera, la tradición que año con año realiza la familia Guerrero Dzul, tomó el mismo tamaño del muñeco: se hizo colosal.

Gente no solo de Acanceh sino de otros poblados circunvecinos van a verlo ya que Julián “saca a pasear” al viejo. Lo ha llevado incluso al hospital “Ignacio García Téllez”, conocido como la T1, ya que ahí labora. Incluso, dice, ha ido gente hasta de Estados Unidos y Canadá a ver al viejo ya que en Mérida se ha corrido la voz entre guías de turistas que conocen la tradición que Julián ha encarnado.

“Nada de esto se hace con fines comerciales. Mi hijo nunca lo hubiera permitido. Esto se hace porque veo la satisfacción en los niños de ver algo que quizá nunca han visto, y ese rostro me reconforta, porque ese rostro hubiera puesto mi hijo”, dice Julián visiblemente consternado.

Todo el año se demora en manufacturar el muñeco. 50 kilos de papel periódico, engrudo, litros y litros de pegamento, tuercas, fierros, bases, 20 metros de tela, alpargatas gigantes y demás instrumentos, son algunos de los insumos que Julián necesita para confeccionar el viejo más grande de Yucatán.

“Toda la familia colabora. De vez en cuando me traen papel periódico, y aquí voy juntando durante un año para armarlo”, dice mientras enseña a Desde el Balcón su taller donde tiene aún desarmado al viejo.

Así acaba el esfuerzo de un año, en el rostro de felicidad de chicos y grandes que graban con sus teléfonos celulares y toman fotos de cómo el titánico muñeco es consumido por las llamas y lanza explosivos anunciando un año que se acaba y uno nuevo que comienza.

Mario Lope