La aventura de un mexicano en Perugia

Yordi Parente, futbolista de 17 años, juega en las fuerzas básicas del Perugia de Italia, donde alguna vez estuvieron Gennaro Gattuso, Paolo Rossi y Marco Materazzi. En México, el descenso del Atlante le impidió seguir su sueño de debutar en la Primera División.

CIUDAD DE MÉXICO, 25 de diciembre de 2014.- En Perugia las calles son estrechas y empinadas, sin salida al mar. Abundan las colinas y los campos arados.  Vale la pena pasear por sus puentes o conocer sus arcos. Llegar a las pequeñas ferias en las que sobran chocolates. Visitar, por ejemplo, la Fontana Maggiore (Fuente Mayor), una de las más bellas obras que hay en Italia, o el Stadio Renato Curi, donde juega el equipo de la ciudad. Ahí, en el Perugia, que fue fundado hace 109 años y por el que han pasado futbolistas como Paolo Rossi, Gennaro Gattuso y Marco Materazzi, los colores de México son representados por Yordi Parente (Cancún, 1997).

El futbol en el que cree este joven mediocampista, está lejos de la parafernalia y los anuncios comerciales. Más bien es un asunto de discreción. Empezó jugando en las fuerzas básicas del Veracruz y después pasó al Atlante, cuando el equipo recién se había mudado a Cancún. Tuvo como entrenadores a Narciso Morales y Gabriel Simón. También a Daniel Guzmán y al argentino Pablo Marini, con quienes participó en entrenamientos de la máxima categoría.

“Éramos un grupo unido”, recuerda desde su hogar, en aquel país con forma de bota. “Todos en mi generación soñábamos con llegar juntos a la Primera División. El descenso fue una tristeza muy grande. Gracias a eso no se pudo hacer más. Desapareció la Sub 17, la Sub 20 y no quedó nada”. Aun así el directivo José Antonio García, entonces dueño del club, le decía que iba a triunfar. “Siempre fue buena persona conmigo, cada vez que podía me recordaba que tenía mucho futuro”.

Tras la disolución de las ligas menores de los Potros, apareció una oferta de Tigres, que pretendía llevárselo becado a Monterrey. Al mismo tiempo, también, llegaba desde Europa la invitación del Perugia: un grupo de visores, integrantes de la Promotora de Futbol Internacional, había seguido su proceso de desarrollo y lo invitaban a Italia, para  que pudiera probarse con el conjunto rojiblanco.

“Mi sueño siempre fue jugar de este lado del mundo; en especial en Inglaterra, pero como tengo pasaporte italiano, así se dieron las cosas”. Lo de la doble nacionalidad tiene que ver con el origen de su tatarabuelo, bisabuelo de su papá Gustavo, que nació en Bologna. “Mi papá tuvo puestos directivos en varios clubes, como Veracruz y Jaguares de Chiapas. Él es argentino, pero radicó en México, donde conoció a mi mamá (Margarita Martínez) es de Ciudad Juárez”, agrega. Yordi tiene además dos hermanas mayores; Margarita, de 20, y Andrea, de 21 años, quien está comprometida con Paul René Baucher. Su fecha de nacimiento es el 17 de septiembre de 1997.

Al final de las pruebas, el Perugia le ofreció un contrato por dos años y la oportunidad de empezar de cero con la Sub 19. Los grifoni juegan en la Serie B del Calcio, “una Liga fuerte, que no está tan alejada de la Serie A”. Lleva más de un mes entrenando con ellos, pero aún sin transferencia; los directivos esperan que esté por llegar cuanto antes. “Es un equipo histórico realmente, no importa en qué división esté. Saber que futbolistas como Gattuso, Materazzi, Rossi y Fabio Grosso (todos campeones del mundo) pasaron por aquí, lo hace todavía más especial. Quiero ser uno más de ellos”.

La noticia llegó pronto a familiares y amigos, como Cuauhtémoc Blanco, quien fue de los primeros en llamarlo.

“Lo conocí desde pequeño, porque es muy amigo de mi papá”, apunta. “Habló a su número y me lo pasó. Imagina lo que significó para mí. Me felicitó y me pidió que lo disfrutara”. En ese aspecto, Yordi menciona también a un par de futbolistas que lo ayudaron antes. “Le guardo mucho cariño al Kikín (Fonseca) y a Jorge Hernández. Ellos fueron quienes me arroparon las primeras veces que entrené con un primer equipo, en el Atlante”.

Sus compañeros en el Perugia ya le pusieron Chicharito. Más que por sus características o semejanzas físicas, por lo que representa Javier Hernández en el futbol europeo. “Lo admiro mucho, está haciendo historia con el Real Madrid, pero no es mi referente”, precisa. Por el contrario, su admiración más grande la tiene Andrés Guardado, “sobre todo porque juega en mi posición y por el mismo lado. Desgraciadamente nunca tuve la oportunidad de conocerlo en persona”.

Como todo joven, Yordi tiene la obligación de ir a la escuela. Está inscrito en el Instituto Pascal, en el segundo grado de preparatoria (un sistema de cinco años), y piensa especializarse en el marketing deportivo. Es cristiano y no cree en la suerte. Su platillo favorito es la pasta, “especialmente con hongos trufa” y, además, en sus ratos libres juega con el Xbox, que finalmente es como su terapia. “No me gusta estar metido en el internet y ver qué dicen de mí. No me interesa eso. No quiero estar sobrevalorado en mi cabeza. Prefiero que mi juego y todo lo que logre hacer en esta aventura, hable por mí y me mantenga despreocupado”.

A pesar de su talento, nunca ha sido llamado a alguna categoría de la Selección Mexicana. “Pero es una ilusión que tengo”, menciona. “A veces no se ve mucho el desarrollo de los jóvenes, sucede en todos los países. Es cierto que es difícil debutar en México como joven, sin embargo, creo que esto me va ayudar a crecer como futbolista. Es un paso muy grande en mi carrera, mi oportunidad me la gané y algún día, de la misma manera, espero tener la oportunidad de portar la camiseta de mi país”.

Sus técnicos en el equipo, Massimo Roscini y Valeriano Recchi, le han pedido tranquilidad; jugar simple y con buena técnica, como ya lo hacía desde antes. Yordi domina el italiano, casi a la par del castellano. En México le iba al Cruz Azul, pero ahora sólo al Barça. Come frijoles, escucha rock clásico, imita los movimientos de David Beckham y Ronaldo Lima, como también de Zinedine Zidane.

Perugia es su nueva casa, a más de 10 mil kilómetros en línea recta si uno cruza el océano Atlántico. A partir de ese punto en el mapa, en esa ciudad de artistas, teatros y torres, donde perdura el estilo medieval, este chico quiere hacerse su propio camino… poco a poco. (Excelsior)