Mexicanos con Martin Scorsese en ‘Silence

El productor Gastón Pavlovich y el cinefotógrafo Rodrigo Prieto platicaron cómo fue su trabajo al lado del director estadunidense en la cinta, la cual presentaron al papa Francisco en el Vaticano 

Ciudad de México, Mex, 27 de dic. de 2016.– A 28 años del escándalo que significó La última tentación de Cristo, Martin Scorsese se encontró nuevamente con el Vaticano.

“Consideré que se trataba, en cierto modo, de una señal religiosa, que Dios había dicho que yo no estaba preparado para hacer la película y necesitaba sufrir más humillaciones. Es cierto, estoy convencido de ello”, expresó en 1994 el genio neyorquino lamentando la controversia provocada por su cinta.

Pero a diferencia de aquella polémica detonada por la adaptación fílmica de la novela de Nikos Kazantzakis, el encuentro con la Iglesia católica en esta ocasión fue cordial y entrañable, cargado de buenos deseos y bendiciones para Silence(Silencio), la película más reciente del genio cinematográfico que ha hecho obras como Taxi Driver, Toro Salvaje o Goodfellas.

El destino se encargó de poner al mexicano Gastón Pavlovich en medio de ese reencuentro, quien no solamente produjo el largometraje de 46 millones de dólares, sino que además fungió como improvisado —y afortunado— traductor de la conversación que Scorsese sostuvo con el papa Francisco en el Vaticano.

“Tener un encuentro personal con el Papa fue algo extraordinario y muy emotivo, pero no solamente porque soy un hombre católico y de fe, o por todo lo que él como líder de la Iglesia representa, sino por lo que significó para Scorsese.

“Y es que hace casi 30 años, con La última tentación de Cristo, la Iglesia lo rechazó. Fue una película muy criticada por muchos motivos y si bien su intención no era ofender, en algo se equivocó.

“Entonces después de todo este tiempo sentirse abrazado por el Papa y bienvenido por el Vaticano significó una auténtica redención. Scorsese estaba feliz”, relató Pavlovich, quien por cierto no es el único mexicano involucrado en la producción, pues la cinefotografía está a cargo de Rodrigo Prieto (Amores perros, Babel, El lobo de Wall Street).

El productor, quien asistió al encuentro con el jerarca católico en compañía de su esposa, narró con los sentimientos a flor de piel la emoción que experimentó al recibir la bendició papal no solamente para él, sino también para Silence, el proyecto en el que ha estado sumergido los últimos dos años de su vida.

“Desde que le dije al Papa que era de México su sonrisa se hizo gigantesca. Por eso me pidió que le tradujera la conversación con Scorsese. “, Hablaron de la gran obra literaria que es la novela de Shûsaku Endô (en la que está basada la cinta) y tuvieron una bonita discusión sobre la fe, la dicha y el debate que genera Silence.

“Al final, el Papa Francisco nos dijo que se trataba de una historia sobre la fe bajo fuego y que estábamos sembrando semillas muy importantes en el mundo. Nos dio la bendición y nos tocó profundamente. Fue una delicia. Algo inolvidable”, relató el productor, quien bromeó sobre el cobro de sus honorarios como traductor del histórico momento.

Programada para estrenarse de manera limitada en estos día en Los Ángeles y Nueva York, solamente para calificar a las nominaciones de la Academia de Hollywood en 2017, Silence retrata la historia de dos misioneros jesuitas portugueses interpretados por Adam Driver (Star Wars: El despertar de la fuerza) y Andrew Garfield (Spider-Man), que se enfrentan a la prueba más grande de fe cuando se ven en la necesidad de viajar al Japón pagano del siglo XVII en busca de su desaparecido mentor Liam Neeson (Taken), de quien se rumora renunció a su fe bajo tortura.

En Japón, los dos misioneros enfrentan un dilema: se pueden salvar ellos y los japoneses conversos de la muerte por crucifixión, en la hoguera y por ahogamiento, si niegan su religión; tendrán que confrontar su fragilidad humana con una comprensión mucho más profunda del amor y gracia de Dios en medio de su silencio.

“Desde el principio acordamos con Martin que el Oscar no sería nuestro objetivo. A él, el premio no le emociona, ni es la razón por la que hace cine, pero no podemos negarlo ni ignorarlo”, señaló Gastón.

Gastón Pavlovich incursionó en la producción fílmica en 2009 a través de la película El estudiante, de Roberto Girault, que se convirtió en todo un suceso en taquilla.

En 2013 respaldó las cintas Max Rose, con Jerry Lewis y la corproducción entre México y República Checa Milagro en Praga, a la que siguieron El precio del deseo(2015), Un holograma para el rey (2016) y 108 costuras, de Fernando Kalife, que estrenará en 2017, al igual que Silence, en la que se involucró desde 2014.

Todo comenzó cuando a finales de ese año, el equipo de producción que entonces respaldaba Scorsese enfrentó una serie de dificultades económicas que terminaron con su renuncia.

Con la producción en un auténtico caos, con un par de demandas interpuestas a miembros del antiguo equipo de producción y a unos meses de comenzar el rodaje de la película, el equipo de Scorsese comenzó a buscar alternativas de productores hasta que se encontraron con Pavlovich.

A través de su casa productora Fábrica de Cine y en un tiempo récord, el productor concretó un esquema financiero de 46 millones de dólares soportado principalmente por las preventas internacionales (21 millones de dólares), los incentivos fiscales al filmar en Taiwán (4.5 millones de dólares) y el resto de capital de riesgo a través de su productora y varios socios más.

“28 años se dice fácil, pero es un proyecto de mucho tiempo para Martin Scorsese que va a dejar una huella en la historia del cine, pues es algo muy diferente, y a la vez muy similar a las grandes películas épicas de la historia del cine”, adelantó Pavlovich, quien subrayó la genialidad del cineasta nacido en Nueva York, pero con orígenes italianos.

“Martin es un caballero. Un hombre a la antigua, que se maneja con base en respeto, de mirarte a los ojos y acordar contigo.

“Trabajar con él es trabajar con un genio, un hombre inspirado que trabaja muchísimo. Es un trabajador incansable en su obra. Y esperaba lo mismo de todos los que estábamos con él”. (Excélsior)