Reviven pelea por Gibraltar

La victoria del Brexit en Reino Unido, rechazada ampliamente por los habitantes del pequeño territorio, llevó a España a proponer un gobierno compartido. 

Barcelona, España, 3 de diciembre de 2016.- Ubique a España en un mapa. Dirija la mirada hacía el sur. Y ahí, al final de la península ibérica y mirando a África, encontrará un alargado trozo de roca de 6.8 kilómetros cuadrados de extensión que se llama Gibraltar. Se trata de un pequeño territorio británico de “ultramar” que es motivo permanente de polémica entre España y Reino Unido.

La histórica tensión entre estos dos países europeos –otrora grandes imperios– regresa cada cierto tiempo. Un conflicto heredado de un pasado colonial que en el mundo de hoy es difícil de entender. Pero estas cosas aún suceden en la vieja Europa del siglo XXI.

“España quiere que Gibraltar sea español; los gibraltareños quieren ser británicos; a Reino Unido no le importa demasiado, pero no está dispuesto a obligar a una población de 30 mil habitantes a que sean españoles en contra de su propia voluntad”. Así resume Giles Tremlett, colaborador del diario británico The Guardian, el trasfondo de este antiguo conflicto.

El periodista explica a Excélsior que las tensiones entre España y Reino Unido por este territorio son permanentes, pero con grado de intensidad distinto según el momento. “Este tema no de-saparece nunca”, remata.

La última de esas fricciones ocurrió hace apenas unos días entre un buque científico español y la Royal Navy en la bahía que rodea el Peñón. El incidente inició cuando una patrulla de la armada británica impidió, con disparos de bengalas de por medio, que oceanógrafos españoles, que realizaban labores de investigación desplegaran una sonda en esas aguas, cuya soberanía se disputan los dos países.

A causa de ese tema, el del espacio marítimo que rodea Gibraltar, se deben casi todos los enfrentamientos. Por un lado, España alega que esa zona le pertenece debido a que, en el Tratado de Utrech de 1713, donde el territorio de Gibraltar fue cedido a Gran Bretaña, “no se incluían las aguas circundantes”.

Por su parte, Reino Unido reclama como suyas hasta tres millas náuticas amparándose en la Convención de la ONU sobre el Derecho del Mar (posterior a Utrecht) y que atribuye a cualquier territorio las aguas adyacentes.

Pero, ¿por qué tanto interés en este minúsculo lugar? Debido a su posición geográfica, Gibraltar ha tenido históricamente un valor estratégico para Reino Unido, que tiene instalada ahí una base militar naval y a cuyos muelles llegan con frecuencia sus submarinos nucleares; además es una zona importante para el comercio marítimo internacional, pues Gibraltar es la ruta marítima más corta entre el sudeste asiático y Oriente próximo, con Europa y las costas atlánticas de África y América.

Temblett cree que la relevancia estratégica de Gibraltar ya no es tan grande y considera que, en términos militares, no importa quién tenga el control, ya que Reino Unido y España son aliados y socios de la OTAN y, en el fondo, “somos una misma armada”.

Gibraltar es un pequeño territorio con una gran prosperidad. Esto se explica gracias a que la colonia británica basa su industria financiera en la baja tributación fiscal y la opacidad bancaria; esto ha llevado al gobierno español a tacharla de “paraíso fiscal”. Aunque hace pocos años la Unión Europea (UE) la sacó de su “lista negra”.

Pero las cifras parecen dar la razón a España: en Gibraltar hay casi más empresas que habitantes y el desempleo no existe. Y es que el Peñon, como se le conoce popularmente, ha logrado atraer a negocios como el juego electrónico (reúne a 22 de las principales empresas mundiales) y al sector de seguros (el 20% de los coches británicos  están asegurados ahí).

Ese pleno empleo de Gibraltar hace que hasta ahí se trasladen diariamente más de siete mil españoles. Aunque por la línea fronteriza cruza algo más que trabajadores: cajetillas de cigarros de contrabando desde el Peñón. Según el gobierno de España cada año se trafica con 120 millones de cajetillas, un delito que provoca unas pérdidas a la Hacienda española de 500 millones de euros al año.

Tras el triunfo del Brexit, el futuro de este pequeño territorio británico  es particularmente incierto. Gibraltar fue el lugar donde más porcentaje de votos recibió la permanencia (95.9%) ya que teme las consecuencias que puedan tener la salida de Reino Unido de la Unión Europea.

El resultado del referéndum británico fue de inmediato aprovechado por el gobierno español, que planteó ante la ONU una petición de soberanía compartida con Reino Unido. Argumenta que si Gibraltar vuelve con España podrá seguir disfrutando de los beneficios de la Unión Europea que “tanto necesita”.

La propuesta fue rechazada por el ministro principal del Peñón, Fabian Picardo, con un tajante “No way (ni hablar). España nunca pondrá sus manos en nuestra Roca”.

Esta fórmula de cosoberanía (entre Gran Bretaña y España) no es nueva. Ya en 2002, los ciudadanos de Gibraltar se pronunciaron sobre esta opción en una consulta sin valor legal, pero cuyo resultado fue rotundo: 99% de votos en contra de esa posibilidad.

Es muy probable que, 14 años después de esa votación, los gibraltareños sigan prefiriendo mantener su ventajoso status de colonos británicos con todos sus privilegios educativos, económicos y comerciales.

De forma intermitente, el conflicto de Gibraltar centra la atención de una gran parte de los medios de comunicación españoles, todo lo contrario a lo que ocurre en Gran Bretaña donde este asunto preocupa muy poco. Quizá esto sirva de ejemplo para valorar mejor la importancia que tiene para uno y otro país esta polémica.

El periodista de The Guardian opina que este conflicto se utiliza muchas veces, sobre todo por parte del gobierno de España, como “una estrategia política” de distracción. En sus más de 20 años viviendo en España ha podido observar momentos en los que “de repente aparece un problema con Gibraltar para que la gente hable de eso y no de corrupción o de algún otro asunto”.

Hay razones para pensar que Gibraltar es un autentico anacronismo histórico (es la última colonia que pervive en Europa) que, en la práctica, beneficia a Gran Bretaña y perjudica a España. Pero más allá de las disputas diplomáticas por ese minúsculo territorio, tres cosas parecen estar claras: Gran Bretaña nunca renunciará a su poder colonial en Gibraltar; España no dejará de insistir para conseguir la soberanía; y los gibraltareños no desean, hoy ni en el futuro, ser ciudadanos españoles.

¿Qué futuro tiene este conflicto? Giles Tremlett lo tiene claro: “Vamos a seguir así otros cien años, por lo menos”. (Excélsior)