Maria Sharapova llora con su victoria en el US Open

La rusa disputó su primer partido en un Grand Slam desde Australia en 2016; anoche eliminó a la segunda favorita Simona Halep

Estados Unidos, 29 de agosto de 2017.- La rusa Maria Sharapova se hincó en la pista cuando el tiro de la rumana Simona Halep fue a dar afuera de la cancha. Entre lágrimas celebró una dulce victoria en la primera ronda del US Open con parciales de 6-4, 4-6 y 6-3, en el que fue su regreso a un Grand Slam después de cumplir una sanción de 15 meses por dopaje que la alejó de las pistas hasta abril pasado.

Ante ausencias de figuras como la estadunidense Serena Williams y la bielorrusa Victoria Azarenka en el US Open, la Asociación de Tenis de Estados Unidos (USTA), otorgó una invitación a Sharapova, quien, a pesar de la controversia, sin duda conseguiría llamar la atención al tenis femenil.

La rusa, de 30 años, actualmente ocupa el puesto 146 del ranking anoche tuvo su primer duelo en un Grand Slam desde el Abierto de Australia de 2016, cuando dio positivo en una prueba antidopaje. Quedó fuera el resto de la temporada así como el primer trimestre de 2017, cayendo en la clasificación de la WTA.

Sharapova, campeona del US Open en 2006, se enfrentó en el duelo estelar de la primera jornada a Halep, quien accedía al cuarto y último major del año con posibilidades de subir a la cima de la clasificación.

Desde el segundo juego de servicio de Halep, Sharapova rompió para ponerse en ventaja. Finalmente, con tres saques as y 32 winners (por sólo seis de Halep) la rusa tomó las riendas con el primer set, que se llevó con marcador de 6-4.

Cuando parecía que las cosas se definirían rápido, cuando Sharapova adelantó 4-1, Halep, número dos sembrada, ganó cinco juegos para llevarse el segundo set 6-4.

Para el tercer episodio, el quiebre del saque de Halep llegó apenas en el segundo juego. Sharapova tomó la batuta para colocarse 3-0. Cuando parecía que Simona reaccionaba, Sharapova cerró el tercer set 6-3, en una extraordinaria batalla, que la llevó a derramar las lágrimas en Flushing Meadows, en una de sus más dulces victorias.