Recrean cataclismo que acabó con dinosaurios

Científicos reconstruyen meses posteriores al impacto del meteorito

Mérida, Yucatán, 12 de julio de 2021.- El cráter de Chicxulub en lo que hoy es la Península de Yucatán sigue despertando el interés de la comunidad científica en el mundo, pues investigaciones que fueron presentadas este fin de semana reconstruyen minuto a minuto lo que pasó hace 66 millones de años gracias a un cilindro de roca extraído de la zona de impacto del meteorito.

El estudio fue presentado en el Centro de Astrobiología/CSIC, en Torrejón, España por el investigador y coautor del estudio, Jens Olof Ormö, quien señaló que hace 66 millones de años un asteroide impactó con la Tierra en lo que hoy es el Golfo de México, “y el choque fue tal que provocó la desaparición del 75 por ciento de la vida, empezando por los dinosaurios, ahora recientes estudios de un cilindro de roca extraído del cráter han permitido reconstruir minuto a minuto lo que pasó”.

Explicó que en Chicxulub, el asteroide impactó liberando una energía equivalente a 10 mil millones de bombas como la de Hiroshima, el cual liberó en la atmósfera 425 mil millones de gigatoneladas de CO2 y otras 325 de sulfuros.

Añadió que estas investigaciones han revelado que luego del impacto se generó un tsunami que llevó agua del Caribe hasta los grandes lagos del norte de Estados Unidos, a unos 2 mil 500 kilómetros de la zona del impacto.

Jens Olof Ormö recordó que en 2016, la expedición 364 al cráter de Chicxulub, en el noroeste de la Península del Yucatán taladró la zona del impacto.

“No agujerearon el centro, sino en el borde exterior del cráter. Extrajeron un cilindro rocoso de hasta mil 334 metros por debajo del lecho marino; el cilindro cuenta la historia en capítulos tan precisos como lo hacen los anillos de los árboles o los núcleos extraídos del hielo, aunque hayan pasado millones de años”, comentó.

Finalmente, puntualizó que con un asteroide de 12 kilómetros golpeando Yucatán, los efectos locales debieron ser catastróficos y también probablemente en distancias de hasta mil 500 kilómetros del impacto, donde el pulso térmico pudo hacer que los árboles ardieran.

Jorge Euán