Instó al mundo musulmán a combatir por sí mismo el “extremismo y el terror islamistas
Arabia Saudita, 21 de mayo de 2017.- Después de haber esgrimido un programa de tintes islamófobos en la campaña que le condujo a la Casa Blanca, Donald Trump ha renegado del choque del religiones y civilizaciones para instar al mundo musulmán a combatir por sí mismo el “extremismo y el terror islamistas” sin esperar a que Estados Unidos haga todo el trabajo.
En su esperado discurso de Riad ante medio centenar de líderes de países de Oriente Próximo, africanos y asiáticos, el mandatario republicano ha apelado este domingo a emprender “una batalla contra salvajes criminales que buscan aniquilar seres humanos y gente decente de todas las confesiones que protege la vida (…) No es un combate entre diferentes cultos, sectas o civilizaciones: es una batalla entre el bien y el mal”, reza el texto de su intervención.
Este mensaje reconciliador lanzado desde la capital saudí –donde ha sido recibido obsequiosamente y con magnificencia por la dinastía reinante–, no oculta el marcado repliegue aislacionista con el que Trump aspira a definir un mandato estrenado hace apenas cuatro meses.
“El objetivo de EE UU es la construcción de una coalición de naciones que compartan el objetivo de aplastar el terrorismo”, advirtió a los dirigentes islámicos. Una alianza en la que cada país debe “cumplir con su parte y asumir la carga que le corresponda, sin esperar a que sea el poder (militar) estadounidense el que destruya a este enemigo”.
El discurso de Riad al mundo islámico aspira a tender puentes de EE UU con la quinta parte de la población del plantea, pero deja patente que cada civilización seguirá en su propia orilla. “No hemos venido aquí a dar lecciones, a decir a otros cómo deben vivir o a quién rezar”, ha enfatizado Trump. “Las naciones de Oriente Próximo deben decidir qué tipo de futuro quieren para sus hijos (…) Estamos aquí para ofrecer una alianza basada en valores comunes e intereses compartidos”.
Ocho años después, Washington revisa su estrategia ante los más de 1.200 millones de musulmanes del planeta. Frente al discurso de Barack Obama en El Cairo en 2009, que instaba abiertamente a las reformas democráticas, Trump ofrece ahora dosis masivas de realpolitik. “Nuestros amigos (islámicos) deben avanzar a través de la seguridad y la estabilidad, no mediante radicales rupturas”, ha preconizado el presidente republicano, en una nada velada alusión a las convulsiones derivadas de la primavera árabe que brotó tras las palabras de cambio de su predecesor demócrata en la capital egipcia.
“Hay que tomar decisiones basadas en el pragmatismo, asentadas en el mundo real, no en ideologías inflexibles. Debemos guiarnos por las lecciones de la experiencia, no por un pensamiento rígido”, precisó ante una audiencia integrada mayoritariamente por autócratas. “Y, cuando sea posible, deberemos propiciar reformas graduales, no intervenciones repentinas”, concedió.
El presidente de Estados Unidos ha insistido en que cada país debe soportar su propia carga frente a la amenaza del yihadismo y “enfrentarse con sinceridad a la crisis del extremismo islamista y a los grupos terroristas que genera”. “Esto implica permanecer unidos”, detalló ante los dirigentes islámicos, “ante el asesinato de musulmanes inocentes, la opresión de las mujeres, la persecución de los judíos y las matanzas de cristianos”.
Trump también recordó en Riad, capital de un país dominado por la visión rigorista del islam y del que procedían la mayoría de los terroristas del 11-S, que “los líderes religiosos deben dejar meridianamente claro”, frente a los mensajes de proselitismo del yihadismo, “que el camino del terror salvaje no conduce a la gloria, sino a una vida vacía y corta, y a la condenación”.